«La historia de producción y legado en Laguna Blanca protagonizada por las hermanas Quilaqueo.»
Las hermanas que mantienen vivo el sueño familiar y cruzan fronteras con su producción, esta es la historia de las hermanas de Laguna Blanca que viven allí desde antes de que el mismo parque existiera

Forman parte de un grupo de 45 productores unidos en la Cooperativa Agropecuaria de Pequeños Productores de la Zona Centro de Neuquén. Junto con otros colegas, han obtenido la certificación internacional de la Wildlife Conservation Society (WCS) Argentina, reconocimiento a sus prácticas ganaderas que mitigan impactos y fomentan la coexistencia entre el ganado ovino y las poblaciones de vida silvestre.
Esta certificación no solo ha consolidado la posición del producto de lana merino en el mercado internacional, sino que también ha elevado su valor. Además, el mohair obtenido de sus cabras Angora ha trascendido fronteras gracias al Programa Mohair Neuquén, alcanzando incluso Sudáfrica.
Las hermanas, oriundas de Laguna Blanca, han dedicado sus vidas al lugar. En este entorno sereno, se dedican a la cría de ovejas, chivas y vacas, cultivan en su huerta, cuidan de las gallinas y preservan con orgullo el legado de sus padres y abuelos.
“Crecer acá fue lindo”
Isabel es la más grande, “y la más famosa” según su hermana Ana, “porque siempre le hacen notas”. Las dos fueron a la escuela albergue de Ñireco lugar al que se dirigían caminando y algunas veces a caballo, llevadas por su mamá. Fueron una familia grande, compuesta por seis hermanos (dos varones y cuatro mujeres).
“Crecer acá fue lindo, no lo cambiamos por nada”, cuenta Ana. “En la ciudad vivís apretado, contaminado. No nos gusta el asfalto, nos gusta la tierra, la fauna y la flora”, confía.
Isabel cuenta que “éste es el capital que nos dejaron nuestros padres y que no vamos a abandonar. La crianza de chivos, ovejas, vacas, es un sacrificio que no vamos a dejar, tenemos que seguir porque es la cultura de ellos. Somos la cuarta generación que vive acá. Estamos desde mucho antes que estuviera el parque nacional”.
“La tierra te da todo”
Ana asegura que “se puede vivir del campo, la tierra te da todo”. Su lugar de origen quedó enmarcado en el Parque Nacional Laguna Blanca, y cuenta que se “llevan bien con quienes convivimos en el Parque aunque no nos dejamos pisotear”.
Ana teje mohair, “la fibra sale de nuestra producción, la lana también y se procesan en la planta de procesamiento de la Cooperativa de Pequeños Productores de Zapala”.
La fibra de Laguna Blanca, se ha entrelazado con la fibra de productores de diferentes parajes nucelados en el Programa Mohair Neuquén, superando valores y mercados. Al recordar las experiencias de venta a Sudáfrica, Ana expresa que “me siento feliz por eso, orgullosa de vender nuestra producción y la de muchos otros productores”.
Las hermanas saben distinguir las buenas prácticas productivas y a eso que le dejaron sus padres, suman nuevos conocimientos y se dejan asesorar por técnicos que llegan desde distintos organismos. “Los técnicos nos enseñaron a tener poco y bueno para cuidar el campo”, dice Ana.
“El campo no está como antes, se está deteriorando. Hay que cuidar el suelo porque antes había pasto bueno, nevaba 4 o 5 meses y eso ayudaba, ahora no pasa. Antes te sentías rico por tener muchos animales, pero destruíamos el campo y se quedaba sin pasto. Ahora hay que cuidar eso y tener poco, como dicen los técnicos”, asegura.
En esa misma analogía, repasa que “el mohair que se obtiene de una chiva ahora es de 4 o 5 kilos, y antes por ese manejo obtenías solo 1 kilo por chiva”.
Buenas prácticas
Isabel cuenta que se siente “reconocida como pequeña productora, cuando se logran las ventas” y que también “con la ayuda de los técnicos hacemos mejora genética y vamos sacando adelante la producción, proveyéndonos de forraje, alimentando bien o suplementando a los animales, vacunándolos, entre otras prácticas”.
Ana e Isabel, implementan también la protección de sus majadas con un perro protector, un método no letal para disuadir los ataques de los carnívoros silvestres sobre el ganado, minimizando sus pérdidas económicas y disuadiendo represalias hacia las especies nativas.
Enfocadas en el valor agregado
Ana lleva adelante la huerta, lo trae de su mamá, pero no se quedó sólo con eso. A esos tomates, lechugas, perejil, cilantro, oréganos y papas, entre otros, le sumó la venta de huevos de sus gallinas y también algunos conocimientos.
Sus productos de huerta, junto a carnes de todo tipo que obtiene de su producción (pato, chivo, cordero, ternero), fueron el disparador de una necesidad más grande, indagar cómo combinarlos, cómo cocinarlos mejor, cómo variar la alimentación a lo ya conocido.
“Hice cursos de cocina, aprendí a hacer arrollado de pato, de chivo, a cambiar el modo de comer a lo criollo que es siempre asado, bife y torta frita”, señala.
“Voy capacitándome para darle valor agregado a nuestra producción y así surge un arrollado de cordero, por ejemplo, o para las fiestas una variante de vitel toné pero con cordero en vez de vaca”, cuenta.
Laguna Blanca
Al Parque Nacional Laguna Blanca se accede desde Zapala por la ruta nacional 22, la nacional 40 y luego la provincial 46. Cuenta con una afamada reserva natural, de gran importancia biológica y un espejo de agua ubicado a 1.270 metros sobre el nivel del mar. Sus senderos de estepa árida alta comunican los distintos sectores.